LA INERRANCIA Y LA INFALIBILIDAD DE LA BIBLIA
LA INERRANCIA Y LA INFALIBILIDAD DE LA BIBLIA

¿Cuál es la diferencia entre la inerrancia y la infalibilidad de la Biblia?

Podríamos decir que los conceptos de inerrancia e infalibilidad de la Biblia no son sinónimos (aunque a veces muchas personas lo intenten usar de manera intercambiable), sino que encierran un leve matiz de diferencia entre ambos.

Si vamos a la definición del diccionario[i], pareciera que los significados de ambos términos se sobrepusieran entre sí:

Inerrancia
f. Cualidad de estar exento de error.

Infalible
Del lat. mediev. infallibilis, y este del lat. in- ‘in-2’ y el lat. mediev. fallibilis ‘falible’.
1 adj. Que no puede errar.
2 adj. Seguro, cierto, indefectible.

En base de esto nos surgiría la pregunta: ¿Si algo es inerrante, acaso no es también infalible? Responderemos esto luego.

A veces se da el siguiente ejemplo para describir la diferencia entre “inerrante e infalible”, pero el ejemplo no es del todo perfecto para aplicarlo a la Biblia:

Una persona puede ser “inerrante” en un examen de matemáticas en particular y sacar un diez, pero eso no la transforma en alguien infalible, pues puede  fallar en un segundo examen.”

Si bien el ejemplo es coherente (respecto a una persona) para explicar la diferencia entre “inerrancia” e “infalibilidad”, respecto a la Biblia, el símil nos queda “algo corto”.

La Biblia como canon, es decir, la suma de su libros, es inerrante desde un principio (podemos decir que aprobó el examen en todo su contenido).

No hay lugar para “un segundo examen” en que pueda fallar; Dios dio Su Palabra en 66 libros de manera inerrante. Si bien el proceso duró casi 1.500 años  a través de más de 40 escritores bíblicos, la Biblia es inerrante no solo en algunas de sus partes, o solo en cuestiones de fe, sino en todo su contenido (lo cual incluye datos históricos, geográficos o naturales).

Desde este punto de vista afirmar que la Biblia es “inerrante” bastaría, pero ¿por qué necesitamos decir que es también “infalible”?

Bien, algunos teólogos argumentan[ii] que el término “infalible” es superior a “inerrante”, ya que si algo “no puede errar”, ¿acaso no está libre de error?

Pero en vez de enredarnos en la paradoja de qué término es el más apropiado o abarcador (haciendo competir los términos entre ellos), tenemos que decir que necesitamos de ambos términos de manera complementaria, debido al ataque que sufre la Biblia por medio de aquellos críticos que ponen en duda su veracidad.

En especial, este ataque ha venido por el movimiento conocido a principios del siglo XX como “Neoortodoxia”, que ponía en duda ciertas partes de la Biblia como “no inspiradas” (por lo tanto esas partes podían errar).

Vayamos a un ejemplo que ilustre un poco la diferencia entre “inerrancia” e “infalibilidad” a raíz del sutil ataque neoordoxo que dice que: “Si bien la Biblia puede contener errores, no obstante en materia de fe es infalible”.

La neoortodoxia argumenta que la Biblia es un libro mezclado con mitos y leyendas, pero que al fin cumple un objetivo espiritual bueno.

Pongamos en evidencia este error argumental por medio de un ejemplo.

El arquero miope que siempre daba en el blanco

Supongamos que en los antiguos torneos medioevales de arquería hubiera una persona famosa por dar siempre en el blanco aunque era miope (nunca veía claramente su objetivo de lejos).

Este hombre fue convocado cierto día por un rey para ver su espectáculo en la plaza central del pueblo, pues todos querían ver cómo se las arreglaba el “arquero miope” para dar con su flecha en el blanco.

La curiosidad del método de este aquero miope es que cuando apuntaba su flecha y la disparaba, esta no iba directo al centro del blanco en un solo recorrido lineal (como es de esperarse), sino que lo hacía, digamos, de una marea “poco ortodoxa”.

Cuando este arquero miope apuntaba, no lo hacía al blanco directamente, sino que lo hacía enfocado hacia otro lado.

Así que cuando disparó su flecha, primero rebotó en una pared, luego en el campanario de la iglesia del pueblo,  después en un caldero hirviendo en el centro de la plaza, para finalmente clavarse en el centro del blanco presentado.

¡Imaginen la ovación de la gente ante semejante espectáculo! A pesar de lo que parecía ser un “tiro torpe y equívoco” en un principio, finalmente la flecha dio en el blanco.

Se podría decir que era un arquero “infalible”, aunque extraño en su proceder; su éxito, casi atribuible a la suerte o la magia.

La realidad bíblica: inerrante e infalible

La Biblia no se corresponde a la historia ficticia relatada anteriormente. Sí se corresponde un poco a la posición neortodoxa que sostiene que el proceso bíblico, aunque plagado de errores humanos, al final da en el blanco moral y espiritual que se propone de manera redentora.

Si bien, la frase final puede hacer poner a la tribuna de pie, deja el manto de sospecha de que si es un libro digno de confianza ya que no es inerrante en sí mismo, sino solo infalible en su aplicación espiritual.

La realidad de la Palabra inspirada por Dios es que ella es como un arquero que apunta al blanco; su flecha viaja en línea recta y esta da siempre en el objetivo.

No es un tiro imperfecto que por casualidad da en el blanco (con cierta ayuda de Dios), sino que es un tiro perfecto con un objetivo que no falla. Dios mismo lo asegura inspirando a Sus escritores bíblicos y resguardándolos de todo error.[iii]

Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías 55:11 )

La Biblia no contiene errores, mitos o leyendas, siendo errática como esa flecha que rebotaba de una parte a otra, sino que es la perfecta palabra inspirada por Dios de manera inerrante (intrínsecamente) e infalible en todo sus propósitos.

La Biblia resiste los diferentes exámenes de los hombres, como el ataque histórico-crítico de Karl Barth o Rudolf Bultmann[iv], o la crítica moral de los humanistas contemporáneos.

La declaración de Jesús: “tu palabra es verdad” (Juan 17:17) testifica de una Palabra que es inerrante en sí misma, y su declaración en Juan 10:35: “la escritura no puede ser quebrantada”, nos habla de una Palabra que es infalible en su objetivo.

La Biblia llega hasta nosotros como el don perfecto del Dios que nunca erra (Santiago 1:17) y cuyos objetivos soberanos siempre se cumplen de manera infalible (Daniel 4:35).

Por esto, la Biblia es digna de confianza, suficiente y autoritativa para la Iglesia del Señor.

 


REFERENCIAS
[i] Diccionario de la Real Academia Español. Rae.es.
[ii] R. C, Sproul, sermón sobre “Inerrancia e infalibilidad”, Ligonier Ministries.
[iii] A esto se lo conoce como “Inspiración verbal de la Biblia”. Ver artículo.
[iv] Teólogos alemanes de principios del siglo XX que actuaron en desmedro de la inspiración plenaria y verbal de la Biblia, separando lo que es “fe de historia”. De esta forma sostenían que la Biblia no era la misma Palabra de Dios, sino que “contenía la palabra de Dios” (Karl Barth); y que la Biblia, plagada de mitos, no era históricamente veraz, pero que había que recibirla por la fe “evitando” esas inconsistencias (proceso de “demitologización” de Rudolf Bultmann).