

El título “Santa Biblia” en contraste con la “sectorización” actual
El origen lingüístico de “Biblia” viene del griego biblion (papiro o rollo), pero adoptando una forma plural[i] que quiere decir “libros”. Estos eran los libros reconocidos como inspirados por Dios en la Iglesia primitiva. Dichos escritos fueron reconocidos por los primeros creyentes como una colección única y especial, y llegaron a anteponer delante de la palabra “Biblia“ el artículo femenino “la”, pasando a ser singular. Por lo tanto, “La Biblia” (en singular) se la identifica como la divina biblioteca que incluye libros de una gran diversidad de autores, quienes redactaron sus obras durante un período de aproximadamente mil quinientos años por inspiración del Espíritu Santo.
La Biblia se define a sí misma en el Nuevo Testamento como:
- Las Sagradas Escrituras (2 Timoteo 3.15 ἱερὰ γράμματα)
- Las Santas Escrituras (Romanos 1.2 γραφαῖς ἁγίαις)
- La Palabra de Dios (Marcos 7.13 λόγον τοῦ Θεοῦ)
Si bien hay varios términos más para definir la Palabra de Dios, desde las traducciones de la era de la Reforma se empezó a utilizar el término “santa” o “sagrada” asociado a “Biblia.” Casiodoro de Reina, en el caso de nuestra Biblia española, la llamó “La Biblia – Que es, los sagrados libros del Antiguo y Nuevo Testamento”.
Si bien a las traducciones de la era de la Reforma se las conoce por su origen o traductor (Biblia de Ginebra, Biblia Reina Valera, Biblia de Lutero, etc.), el nombre que se fue conservando en las tapas fue “Santa Biblia”. Con la creación en el siglo XIX de diferentes sociedades bíblicas, el título “Santa Biblia” siguió conservándose en las tapas, o al menos en su portada interior, pero lamentablemente todo cambió luego de mediados del siglo XX.
El abandono del nombre «Santa Biblia»



Una ilustración de la Biblia DHH
Las ilustraciones tipo “historietas”, su forma de traducir libre, su base textual crítica (que hacía desaparecer versículos muy conocidos en el ambiente evangélico) y su carácter ecuménico provocó una reacción en el sector ortodoxo de la iglesia. Muchos no le daban esperanzas de vida, y realmente en América Latino no se impuso, sino que la gente siguió utilizando la versión Reina Valera. No obstante, la Biblia “Dios Habla Hoy” marcó un hito en la diversificación de versiones que vinieron después. Abrió el campo a la “sectorización de la Biblia”.
¿A qué denominamos «sectorización»?
Denominamos “sectorización” (o Biblias sectorizadas) a aquellas traducciones hechas para un público específico. La idea de “público específico” surge de las ideas de Equivalencia Funcional originadas por Eugenio Nida. Mientras que la Equivalencia Dinámica tiene que ver con el texto original y como se vuelca al texto destino, el principio de Equivalencia Funcional trata con preguntas como: ¿Quién es el público destino? ¿Cuál es su grado de escolarización? ¿Qué aspectos culturales y sociológicos presenta? Si bien a veces la gente intercambia ambos conceptos, diríamos que la Equivalencia Dinámica es un círculo más grande que engloba la Equivalencia Funcional.
Como la Equivalencia Funcional apunta “a qué público se traduce”, los comités de revisión de la Biblia (impulsados especialmente por las Sociedades Bíblicas Unidas) empezaron a producir diferentes Biblias dentro de un mismo idioma. Si la Equivalencia Funcional fue pensada en un principio para traducciones misioneras, a tribus o pueblos específicos no alcanzados por la Biblia, se empezó a ver a los lenguajes ya alcanzados (en nuestro caso, el castellano) como la suma de diferentes culturas e ideologías, y por esa razón algunos pensaron en la necesidad de llegar con traducciones diferentes, a diferentes esferas de la sociedad. Así empezaron a surgir distintas traducciones para edades específicas o niveles de escolarización específicos. Ya dejó de ser para muchos la única “Santa Biblia” que era para el pueblo. Ahora la Biblia es para diferentes estratos de la sociedad (dentro de un mismo idioma) y con títulos diversos que responden a su público objetivo. Siempre la frase muletilla en estas ediciones es: “Una Biblia más simple de entender”.
El marketing y las versiones bíblicas
No suficiente con producir diferentes versiones de la Biblia en un mismo idioma, empezaron a surgir las Biblias “temáticas”. Es decir que, a versiones ya conocidas (incluso la Reina Valera), se le quita el título “Santa Biblia” y se le pone un nombre específico (con una moderna ilustración) que responde a comentarios orientados a una temática específica. También hay Biblias con un contenido parcial, es decir con solo porciones de las Escrituras (determinados capítulos y versículos), a los cuales también se los llama Biblia. Dentro de esta “sectorización” de Biblias surgieron tendencias, las cuales podemos enumerar en algunos ejemplos:
Sectorización por edades
- Biblia Ilustrada para Niños y Jóvenes (Reina Valera Actualizada)
- Biblia para Niñas: Historia Bíblicas para madres e hijas
- Biblia para Niños: Historia Bíblicas para madres e hijos
- Biblia Para Adolescentes Día a Día (Lenguaje Actual)
Sectorización por sexo
- ISHA – Biblia para mujeres de todas las edades (Lenguaje Actual)
- La Biblia Mujer De Hoy (Reina Valera 1960)
- Biblia “Hombres de Integridad” (Reina Valera 1960)
Sectorización por especialidad o hobby
- Biblia en un minuto: para profesionales
- Biblia del surfista (Dios Habla Hoy)
- Biblia Manga (ilustrada)
Sectorización por tema
- Eco Biblia (Cuidados del medio ambiente) (Lenguaje Actual)
- Biblia del liderazgo joven (Reina Valera Contemporánea)
- Biblia H2O (Para comprender asuntos teológicos) (Lenguaje actual)
Estos son solo algunos ejemplos del amplio abanico de nombres y temas para “vestir” a la Biblia. También, extrañamente, en cuanto a las traducciones por equivalencia formal (como “La Biblia de las Américas” o “Nueva Biblia Latinoamericana), sus nombres son producto de la Equivalencia Funcional, es decir, responden a un público objetivo dentro de un mismo idioma (América Latina). Esto causa una división con los creyentes que habitan en España con los que habitan en América Latina. Seguramente con esta tendencia, obedeciendo a los fenómenos lingüísticos de cada país, a futuro empezarán a producirse Biblias para países o regiones específicas con sus respectivos nombres distintivos. En el pasado, la Biblia fue una unificadora lingüística dentro de los dialectos de un mismo idioma (por ejemplo, Lutero con su traducción en un “idioma alemán unificado”). La Biblia unía al pueblo y la sociedad, no lo dividía, y se convertía en una especie de estándar lingüístico tal que la gente aprendía a leer con la Palabra de Dios. Pero el fenómeno actual aparece con una tendencia inversa, una especie de Babel, en su afán de multiplicar Biblias.
¿La denominación «Santa Biblia» es un asunto del pasado?
Otra característica de nuestra sociedad es que imprimimos una sola traducción por idioma, en contraste con las múltiples traducciones (en estilo, forma y fuentes textuales diferentes) que realizan otras sociedades bíblicas. Si a esta multiplicidad de versiones le sumamos que dentro de una misma versión pueden hacer diferentes portadas y títulos (algo así como “vestir” a la Biblia de diferente manera), hemos caído lamentablemente en la completa secularización del libro santo de Dios.
Desde hace décadas, no solo se viene tratando a la Biblia como un libro secular en cuanto a los métodos de traducción, sino que además recientemente ha pasado a ser para muchas editoriales y sociedad bíblicas un producto de mercadeo adaptado a las preferencias del consumidor. Nos preguntamos con asombro, ¿es ese el trato justo y reverente que se le debe dar a la santa Palabra de Dios?
Habacuc 3:2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí…