El traductor, movido por la necesidad de contar con una traducción de la Santa Biblia al idioma español, acomete su tarea con meticulosidad, de la cual nosotros, lectores de “su” Versión, somos hasta hoy beneficiarios. Resulta asombroso pensar en las dificultades a las cuales se vio sometido Casiodoro de Reina, desde el punto de vista de la técnica de la traducción, en una época en la que sólo se valía de la pluma, el papel, y la dedicación.
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