Juan nos dice cómo probar a los falsos maestros (1Jn. 4:1-3). Primeramente, nos advierte a no creer a cada espíritu, y segundo debemos ponerlos a prueba por su doctrina. No debemos de ser persuadidos por milagros extraordinarios que puedan hacer, sino por la doctrina que enseñan (Ap. 2:2). Esta es la regla apostólica (Ga. 1:8). Dios dio a la iglesia primitiva dos medios para protegerse en contra de falsos profetas y maestros: su Palabra, y la habilidad espiritual para discernir espíritus. Pero cuando los dones extraordinarios del Espíritu Santo cesaron, el don de discernir espíritus también ceso. Ahora sólo nos queda su Palabra para probar las falsas doctrinas.
John Owen – Libro «El Espíritu Santo».