Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es de propagarla en este abismo de tinieblas, de aquí es, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme a todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella), la misma luz vuelve al fin a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de sus diligencias.

Casiodoro de Reina, introducción a la Biblia del Oso.