La doctrina de la preservación de la Biblia define nuestra posición textual

“La verdad de Jehová es para siempre. Aleluya” (Salmos 117.2).

La Sociedad Bíblica Trinitaria mantiene la posición textual, para toda sus traducciones o revisiones de la Biblia, de utilizar el Texto Recibido griego del Nuevo Testamento, o también llamado en latín Textus Receptus, que fue el texto utilizado en los tiempos de la Reforma del siglo XVI como la mejor representación de los textos de la familia bizantina heredados por la iglesia de todos los siglos. Como podría pensarse, esto no parte de una mera tradición, sino que existen criterios de fondo que nos llevan a esta postura. Respetamos la posición de aquellos hermanos que discrepan con la validez del Texto Recibido y prefieren el Texto Crítico compaginado por Westcott y Hort, pero invitamos a los tales a considerar este tema a la luz de la doctrina de la preservación de la Biblia. ¿Qué debería definir nuestra posición textual? ¿En qué debemos basar nuestra preferencia? Compartimos a continuación algunas pautas.

No debe ser una cuestión de gusto personal o tradición

La elección entre dos posiciones textuales no deber ser una cuestión de gusto personal. Tampoco seguir una tradición de forma ciega es correcto. A través de la historia, la iglesia ha tenido aciertos y desaciertos, y por lo tanto, la Biblia está por encima de los errores de los hombres y debe ser en última instancia la autoridad final para todo asunto normativo de la iglesia de Cristo. Los principios para discriminar cuál es la base textual griega del Nuevo Testamento deben basarse en las Escrituras y en el conocimiento y carácter de nuestro Dios, quien ha inspirado dichas Escrituras. No podemos disociar el carácter de nuestro Dios con la forma en que Él preserva Su Palabra.

Algunos tildan a los que usan el Texto Recibido de “tradicionalistas,” sin darse cuenta de que su preferencia por el Texto Crítico también puede partir de una tradición (o una adhesión popular) que, aunque moderna, es una tradición al fin heredada, ya sea en su instituto bíblico o iglesia. De hecho, la base textual que utilizaron Westcott y Hort[1] (principalmente los códices Vaticano y Sinaítico) lo llamaron “el texto preferido”. Pero este “texto preferido” no tuvo impacto en lo inmediato, sino casi un siglo después, donde hubo una multiplicidad de Biblias que empezaron a basarse en el Texto Crítico. Este “texto preferido” fue utilizándose en forma gradual por muchos institutos y profesores, quienes luego formaron alumnos que también “prefieren” este texto por herencia inculcada. En muchos casos no se ve que esta preferencia parte de doctrinas bíblicas ortodoxas, sino más bien de razonamientos que pretenden estar “a la altura de las circunstancias de los grandes hallazgos arqueológicos”. La mayoría de los estudiantes no saben explicar de qué constan estos hechos arqueológicos y su supuesta validez o autoridad para la iglesia del Señor. Tampoco en la mayoría de los casos saben cómo articular o explicar en qué consiste la Doctrina de la Preservación de las Escrituras, ya que rara vez se trata este tema en los institutos.

Hemos notado que cuando muchos creyentes conservadores se confrontan con la doctrina de la preservación de la Escritura, tienden a escapar de dar ideas precisas. Casi siempre desvían la conversación a cuestiones arqueológicas, dejando las definiciones doctrinales de lado. Aceptar una definición ortodoxa de preservación, (que sería reconocer una línea constante a través del tiempo) los llevaría a aceptar la validez del Texto Recibido en vez del Texto Crítico (que cree en una restauración tardía y no conclusiva del texto bíblico[2]).

La posición a seguir no debe ser «el contagio»

Muchas iglesias han ido tras versiones basadas en el Texto Crítico (la Biblia de las Américas, la Nueva Versión Internacional, la Biblia Textual) simplemente porque otras iglesias y pastores conocidos lo hicieron, pero sin haber estudiado el tema en el seno de su propia congregación para arribar a una conclusión. Muchas iglesias que se identifican con una posición conservadora en cuanto a las Escrituras parecen no darse por aludidos que la posición textual es algo que debe estudiarse, y dejan librado a cada de los miembros de su iglesia su “propia preferencia” por una versión de la Biblia en particular, como si fuera un tema de menor importancia.

Es evidente que la lectura congregacional de la Biblia ha decaído en nuestros días, siendo que la iglesia histórica siempre ha identificado como parte del culto dominical la lectura de la Biblia (no estamos hablando de la predicación, sino de la simple lectura llana). De esta forma, un pastor podría tener una versión determinada para leer desde el púlpito y los miembros una distinta en sus bancas. A la hora de una lectura en conjunto se hace difícil seguir una hilación. Además, Biblias con posiciones textuales diferentes provocaran cambios, añadidos y omisiones en las lecturas. Es decir, los lectores no sólo se encontraron con un “lenguaje diferente” (ya que a veces se utilizan traducciones dinámicas), sino que en muchos casos se toparan con pasajes inexistentes en las versiones basadas en el Texto Crítico, respecto a las registradas en las Biblias traducidas desde el Texto Recibido.

Gracias a Dios, muchas iglesias en nuestro tiempo en América Latina están mejorando sus doctrinas y dejando errores y malas prácticas del pasado. Esto lo hacen estudiando las Escrituras y tomando posiciones teológicas sanas definidas en muchos temas importantes (soteriología, eclesiología, etc.). ¿La preferencia textual involucra definir una posición teológica concreta? Como vamos a ver en el próximo punto, así es; se debe tener una posición teología ante la preservación bíblica tanto como su inspiración.

La doctrina de la preservación de las Escrituras

Los creyentes conservadores estamos de acuerdo en la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras. Este es un punto de unidad importante y una posición de valor indiscutible, pero no la única en materia involucrada en la bibliología. Desde los siglos XVI y XVII, los reformadores y las confesiones de fe no sólo tenían una posición en cuanto a la inspiración, sino también una posición definida en cuanto a la preservación de las Escrituras. La misma declaración de Westminster[3] argumenta que Dios “ha mantenido puro a través de los siglos por su especial cuidado y providencia los textos hebreo y griego de las Escrituras[4]. Lo que muchos no saben es que el Texto Crítico viene a cuestionar esa postura ortodoxa de la iglesia histórica, para llevarnos a la falaz conclusión de que “el texto bíblico ha sido restaurado por su pericia e investigación”.

Si el texto fue restaurado en el siglo XIX, entonces se debería asumir que el texto anterior tenía corrupciones (y que en última instancia Dios permitió que esta corrupción de Su Palabra permaneciera en el uso por parte de la iglesia). Por lo tanto, la conclusión sería que, o Dios no quiso hacer una preservación continua en el tiempo (lo cual contradice Su carácter inmutable) o no fue capaz de conservar puro a través de los siglos el texto bíblico de las manos humanas (lo cual contradice Su omnipotencia). ¿No contradice esto los atributos de Dios? ¿No contradice esto las mismas palabras del Señor Jesucristo: “Cielos y tierra pasarán más mis palabras no pasarán”? (Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33).

Además, la preferencia textual crítica por los códices conservados por el catolicismo no son una garantía de pureza como se podría pensar (estos temas los tratamos en otros artículos en la sección web “La SBT Responde”).

Cuando Westcott y Hort compilaron su Texto Crítico, ¿cuál era la opinión sobre el Texto Recibido que ellos propagaron entre las iglesias e institutos bíblicos de su tiempo? La siguiente es una copia de la introducción original en inglés al texto de Westcott y Hort de 1881 hecha por Philip Schaff.[5].

El texto dice:

“Ha tomado mucho tiempo para que los expertos llegaran a emanciparse de la tiranía del Textus Receptus, y pasará mucho tiempo antes de que el pueblo pueda ser destetado de la autoridad de las versiones populares basadas basan en él”.

¿Son estas palabras de hombres que creían en la preservación de la Palabra de Dios? Por supuesto que no. Podemos notar su lenguaje peyorativo y de desprecio por aquel texto griego utilizado en la Reforma (y antes de ella), un texto en el que se basaron las múltiples traducciones realizadas en aquel tiempo (en nuestro caso la Biblia Reina-Valera). También otro hecho de impacto fue aquellas traducciones de las misiones mundiales a inicios del siglo XIX (con William Carey), cuando también se utilizó el Texto Recibido como fuente. Decir como Westcott y Hort que la iglesia estaba bajo “una tiranía textual de la cual se debían emancipar,” ¡no queda lugar alguno para la providencia guardando Su Palabra durante los siglos! No solamente es un desprecio por el Texto Recibido, sino también es un claro desprecio por la doctrina de la preservación de las Escrituras. Sin ambivalencias: “El Texto Crítico rompió con la idea reformada clásica de la preservación bíblica”.

La iglesia no debe evadir ni ignorar esta doctrina

Volvemos a repetir para claridad y compromiso delante de Dios: identificarse con el Texto Crítico y apoyar las versiones basadas en él es una forma de negar la acción de la providencia en la preservación continua de Su Palabra. Es aceptar, de cierta manera, que si bien Dios inspiró Su Palabra libre de error (infalibilidad e inerrancia), no fue capaz de resguardarla del error de las manos de los copistas y tuvo que proveer a Su Iglesia de un texto corrupto.

Uno de los principios del criticismo textual es restaurar el texto original lo más cercano a lo escrito por los autores originales (lo cual a simple vista parece una noble tarea). Pero estas “restauraciones” no son cosas pequeñas, pues en el Texto Crítico, al preferir el texto vaticano publicado en Roma en 1587 (rechazado por la Reforma) hace grandes cambios al texto bíblico conocido y utilizado por la iglesia. No estamos hablando de pequeñeces, sino de unas 5.000 variantes, donde en más de 600[6] casos está comprobado que modifica el texto en palabras vitales de valor doctrinal. También desaparecen párrafos extensos, (por ejemplo, el final de Marcos 16:9-20 que habla de la Gran Comisión).

¿Qué papel juega la Providencia en la conservación de los textos antes de 1881? ¿Estuvo la iglesia con un texto bíblico corrupto por 1.500 años (desde la supuesta recensión del siglo IV)? ¿Podemos hablar de una “preservación imperfecta” o un “texto inferior” para el Texto Recibido? ¿Dios utilizó a Westcott y Hort para devolver a la iglesia el texto perdido?

Dios es un Dios que no cambia (Salmos 102:27, Malaquías 3:6); toda Su obra es perfecta, y en especial Su Palabra no cambia. Aquellos hermanos que hoy por hoy se identifican con el Texto Crítico deberían considerar cuál es su idea de preservación. No se puede argumentar que Dios preservó su Palabra a través de los siglos y al mismo tiempo retener al Texto Crítico como fuente textual restaurada a posteriori. Recordemos que sus autores pretendían una restauración para deshacerse del “tirano Texto Recibido”. No es coherente creer, por ejemplo, que la historia completa de la mujer adúltera (Juan 8:3-11), que ha sido predicada por los creyentes de todos los tiempos, haya venido a ser un error que se arrastra por siglos. Con perdón de la expresión: ¿acaso Dios permitiría que Su iglesia histórica hiciera el ridículo predicando sobre textos inexistentes que Él no inspiró? ¿Quiere decir esto que Dios permitió que el error humano se perpetrara? ¿O permitió al mismo Enemigo poner sus manos sobre las Santas Escrituras para agregar historias que nunca existieron?

Los que utilizan en Texto Crítico se deberían preguntar, al menos, si están siendo consecuentes con sus declaraciones de fe en cuanto a la doctrina de la preservación. Caso contrario, tendrían que enmendarlas o tendrían que definir una nueva postura distinta a lo de los tiempos de la Reforma. No es consistente decir que se cree en una preservación continua (en los estatutos de fe) y por otro lado utilizar el Texto Crítico que parte de presupuestos teológicos contrarios a la continuidad. Esto es una clara contradicción.

La doctrina de la preservación da gloria a Dios, no al hombre

Los eruditos del siglo XIX hicieron una gran maquinaria textual llamada técnicamente el “aparato crítico” para armar rompecabezas textuales que parten de métodos bíblicamente cuestionables. Muchos creen que sus conclusiones y descubrimientos son irrefutables, pero no saben que, así como la teoría de la evolución, Westcott y Hort lanzaron teorías para desacreditar al Texto Recibido (como la supuesta recensión Luciana[7] que los mismos críticos textuales posteriores desmintieron como cierta). Hoy se repite una y otra vez la teoría de la evolución en los colegios estatales, y el mundo lo toma como un hecho luego de escucharlo tantas veces. De la misma forma, lo que una vez fue una teoría para desacreditar el Texto Recibido, al ser repetido en muchos institutos bíblicos una y otra vez, algunas iglesias lo toman como hechos irrefutables.

El orgullo del hombre no le permite abrir su mano y recibir la Palabra de Dios preservada por los siglos, no acepta su Providencia, ¿qué gloria personal le reportaría, recibir un texto preservado al cual no pueden aplicarle sus intrincados y caprichosos métodos críticos? Por eso ponen en duda el texto que la iglesia utilizó por siglos para que de esta manera, ellos, en sus técnicas humanas, siendo una especie de “detectives textuales”, restauren lo que se había perdido. En apariencia es una noble labor, pero revestida de incredulidad: la incredulidad de que Dios haya sido el Preservador de su Palabra.

Los críticos textuales nunca han llegado a conclusiones contundentes, pero desean exhibirse como que sí lo lograron. El Texto Recibido está respaldado por la suma complementaria de la gran mayoría de los más de 5.000 manuscritos descubiertos. El 90 porciento de estos manuscritos pertenecen a la familia bizantina y son coincidentes en más de un 99 porciento entre sí.

“En la multitud de consejeros hay salvación” (Proverbios 11:14).

En cuanto al Texto Crítico, en cambio, su gran masa textual fluye mayormente de sólo dos testigos textuales, a los cuales se les aplicó un intrincado mecanismo para validar lecturas (los códices Sinaítico y Vaticano). Hay otros códices utilizados por la crítica textual (Alejandrino, Efraemi, Beza “D”) que no tienen mayor impacto en las variantes textuales como la tienen los otros dos. Por tanto, es otra falacia de la crítica textual decir que su texto se basa en miles de manuscritos. La mayor parte de los manuscritos (por eso se lo llama también “Texto Mayoritario) parte de la familia del Texto Bizantino, cuya mejor representación es el Texto Recibido, el texto que descartaron Westcott y Hort como inferior.

Convicciones textuales

¿De qué parte su convicción textual?
¿Cree en la providencia de Dios a través del tiempo de forma constante?
¿Cree usted que la Iglesia ha estado con el texto errado la mayor parte de los siglos?
De acuerdo al carácter que conoce de Dios en la Biblia, ¿cómo cree que Él actuaría con la preservación de Su Palabra?
¿Qué nos demuestra el Antiguo Testamento en cuanto a la preservación?
Concluimos con una comparación que nos ayudará a pensar un poco sobre nuestras convicciones textuales y su relación con la Doctrina de la Preservación de la Biblia.

Posición Texto Recibido
Dios preservó Su Palabra de forma constante a través de los siglos (como mencionan las declaraciones de fe antiguas).

Posición Texto Crítico
La iglesia estuvo con un texto corrupto desde el siglo IV, pero restaurado en el siglo XIX. No se cree en una preservación continua a través del tiempo.

Posición Texto Recibido
Dios proveyó el texto correcto a su iglesia en momentos claves (Ej. La Reforma protestante, las misiones mundiales). Dios, por honor a Sí mismo y a la iglesia de Cristo, no permitiría que Sus siervos predicaran de pasajes inexistentes no inspirados. Dios siempre guio a la iglesia con Su providencia a identificar Su Palabra verdadera, desde la formación del canon (identificando sus libros), tanto como las copias circulantes que preservan su Palabra inspirada.

Posición Texto Crítico
La Reforma protestante contaba con un texto pobre con muchas variantes agregadas. Los hombres del pasado predicaron sobre algunos textos erróneos porque no conocieron los hechos arqueológicos posteriores y las ciencias textuales de comparación de textos.

Posición Texto Recibido
Las diferencias entre ambos textos son importantes en cantidad y calidad.

Posición Texto Crítico
Las diferencias no son importantes… aunque nuestro texto es superior.

Posición Texto Recibido
No se pueden aplicar los mismos principios filológicos de la literatura secular a la literatura bíblica, pues es la Palabra de Dios. Necesita un trato distinto.

Posición Texto Crítico
Se puede aplicar a la Biblia los mismos principios filológicos usados para libros seculares. Se debe tratar a la Biblia de igual manera.

Posición Texto Recibido
Creemos en una preservación continua.

Posición Texto Crítico
Creemos en una restauración tardía.

Posición Texto Recibido
Creemos que, a pesar de las pequeñas variantes de los copistas, tenemos la Palabra de Dios definitiva preservada en griego y en hebreo.

Posición Texto Crítico
El texto que tenemos no es definitivo, sino que está en constante evolución. Nuevos descubrimientos aportarán nuevas modificaciones futuras al texto.


REFERENCIAS
[1] Brooke Foss Westcott (1825–1901) y Fenton John Anthony Hort (1828–1892) fueron los editores del Texto Crítico, compilado a partir de los códices Sinaítico y Vaticano. Westcott y Hort trabajaron en este texto griego desde 1853 hasta su finalización en 1881.
[2] La crítica textual nunca fija un texto definitivo, y por eso ya han salido 28 ediciones de texto griego Nestlé-Aland, donde cada cierto tiempo van variando algunas lecturas.
[3] La Confesión de Fe de Westminster es un breve resumen teológico apologético del credo cristiano protestante calvinista promulgado en 1646. Recoge la ortodoxia doctrinal de las Iglesias Reformadas nacidas del movimiento calvinista en Gran Bretaña, cuyas raíces históricas están en la doctrina expuesta por Juan Calvino durante el siglo XVI en Ginebra, Suiza.
[4] Confesión de Fe de Westminster capítulo 1, párrafo VIII.
[5] The New Testament in the Original greek – American Edition (1881).
[6] Ver el artículo de Sociedad Bíblica Trinitaria A Textual Key of the New Testament por George Anderson, donde se tratan más de 600 variantes textuales de importancia.
[7] Esta fue una teoría lanzada por Westcott y Hort que decían que Luciano de Antioquía, en el siglo IV, hizo una recensión del texto del Nuevo Testamento; es decir, una armonización única de lecturas dispares de la época para formar un único documento predecesor del Texto Recibido del siglo XVI (proceso de conflación). Esto nunca llegó a probarse históricamente, y fue considerado desde el mismo campo de la crítica textual como una actitud un tanto tendenciosa de Westcott y Hort.