¿Qué es la “inspiración plenaria” de la Biblia?
¿Qué es la “inspiración plenaria” de la Biblia?

¿Qué es la “inspiración plenaria” de la Biblia? (Algunas consideraciones)

La inspiración plenaria de las Escrituras significa que la Biblia en su totalidad es inspirada por Dios. Esto presupone que no hay parte alguna en ella que no sea inspirada. Uno de los textos principales en el cual se apoya la inspiración plenaria es:

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, (2 Timoteo 3:16  RV-SBT)

Decir que toda la Biblia es inspirada, desde Génesis a Apocalipsis, es una definición correcta, pero dados los ataques a la Biblia que han surgido a través de los últimos siglos es que debemos profundizar más sobre el tema.

Los falsos postulados que abogan sobre una inspiración parcial

A lo largo de la historia, hombres incrédulos se han abocado a la alta crítica[i] diciendo que la Biblia es inspirada sólo en forma parcial. En ese intento por parte de estos críticos de sistematizar la doctrina de la inspiración parcial, surgieron dos postulados[ii]:

  1. Una inspiración que variaba en grado, según las diversas partes de la Biblia; y allí donde el grado de inspiración era mínimo, se admitían errores e imperfecciones.
  2. Una inspiración parcial, limitándola a aquellas porciones que se refieren a la fe y a la moral, y admitiendo errores en las de carácter histórico y geográfico.

 

Obviamente para muchos críticos textuales, al considerar la Biblia como un libro parcialmente inspirado por Dios, las características de inerrancia e infalibilidad dejaron de ser un dogma para ellos, lo que les permitió manipular el texto sagrado como si fuera un libro más de literatura antigua.

Gran parte de la alta crítica quitó al hombre la aproximación reverente hacia la Palabra de Dios. El hombre empezó a abordar la Biblia como un libro más y sujeto a error. Esta falta de temor de Dios hizo que se abordara la Biblia desde un carácter netamente humanista, aun en la crítica baja[iii], ya que se puso en duda no sólo la inspiración, sino también la preservación de la Palabra de Dios en el tiempo.

Ataque a la paternidad literaria de ciertos libros de la Biblia (un ejemplo)

El resultado de lo anterior fue que también cada escritor bíblico fue puesto bajo la lupa, en especial en los siglos XIX y XX, para tratar de descifrar si los libros de la Biblia respondían a la paternidad literaria que siempre creyó la iglesia. Por ejemplo, se cuestionó que el Pentateuco haya sido escrito por Moisés. La creencia conservadora atribuye a Moisés los primeros cinco libros de la Biblia, admitiendo que los últimos capítulos de Deuteronomio podrían eventualmente haber sido escritos por Josué, ya que hablan de la muerte misma de Moisés. Reiteradamente, el Señor Jesús atribuye la ley a Moisés (Lucas 24:44, Juan 7:23). Pero en la postura liberal se destruye la creencia de una paternidad literaria del Pentateuco y se atribuye su origen a diversas tradiciones orales y escritas. Uno de los impulsores de esta teoría fue Julius Wellhausen, y se la conoce como La Hipótesis de los Estratos.  Increíblemente esta hipótesis, que niega la paternidad de Moisés en el Pentateuco, contradice las mismas palabras del Señor Jesucristo:

Porque si vosotros creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. (Juan 5:36 – RV-SBT)

Cuestionar la paternidad literaria de los libros de la Biblia destruye el concepto que Dios inspiró a Sus santos hombres escogidos (2 Pedro 1:21), para dar a entender en muchos casos que los libros se formaron por documentos históricos compilados a través del tiempo, cuyo origen es en cierta manera incierto. Esto atenta contra el mismo testimonio interno de la Biblia, que atribuye la autoría de escritores específicos (usados por Dios) a libros específicos. Desde la crítica liberal ya no se puede hablar de un libro plenamente inspirado.

El peligroso enfoque de la neo-ortodoxia

A partir del siglo XX, con la aparición del teólogo Karl Barth, surge de manera sutil un agresivo ataque a la revelación de Dios: sutil en cuanto a la presentación de argumentos a través de una dialéctica elegante, pero agresiva porque cuestiona que la Biblia sea intrínsecamente la palabra de Dios inspirada, tal como se la conoce en la posición ortodoxa. Mientras que la crítica liberal del siglo XIX argumentaba que “la Biblia contiene la Palabra de Dios”, el postulado neo-ortodoxo dice que “la Biblia llega a ser la Palabra de Dios” cuando es leída y creída. Barth usaba frases ortodoxas (de allí que muchos lo confunden como un gran teólogo conservador) para redefinir una posición neo-conservadora respecto a la inspiración bíblica. El argumento de Barth era que la Biblia se convierte en la Palabra de Dios cuando nos habla a nosotros por medio de sus páginas a través de Cristo. Es decir, afirma que la Biblia no posee en sí misma la autoridad objetiva como Palabra de Dios revelada, sino que está supeditada a la experiencia subjetiva de la revelación a través de Jesucristo. Para explicarlo más sencillo:

Posición ortodoxa (desde el tiempo de la Reforma)
La Biblia es en sí misma la Palabra de Dios que nos revela objetivamente quién es Jesucristo y Su obra salvadora.

Posición neo-ortodoxa (Karl Barth)
Jesucristo es la “palabra encarnada” quien nos revela subjetivamente la Biblia, llegando a ser la Palabra de Dios cuando la leemos.

Si bien coincidimos que el “Verbo fue hecho carne” (Juan 1:14), también recordamos que las Escrituras inspiradas por Dios son las que dan testimonio del Hijo de Dios.

Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. (Juan 5:39)

Las Escrituras hablan de Cristo, y Cristo apeló a la autoridad de las Escrituras de manera objetiva al decir: “Escrito está” en su tentación en el desierto (Mateo 4:1-11; Lucas 4: 1-13). En Él también estaban las “palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Por lo tanto, hay una perfecta armonía entre la palabra escrita y la palabra encarnada. Pero Karl Barth, al supeditar la revelación escrita a una experiencia subjetiva (“llega a ser la Palabra de Dios”), destruye el concepto de la inspiración plenaria en sí mismo.

El punto de vista de la “demitologización”

Heredando la neo-ortodoxia de Barth, Rudolf Karl Bultmann fue más lejos, destruyendo el concepto histórico de la revelación dada en la Biblia. Dijo que la Biblia (como masa escrita) viene vestida de un ropaje mitológico adquirido por las culturas de su tiempo. Dentro de ese ropaje mitológico, según Bultmann, hay inexactitudes históricas y geográficas, y también hechos fantásticos (fábulas); luego que el lector llega a despojar a la Biblia de ese ropaje mitológico, se encuentra con el cuerpo desnudo de la verdadera palabra de Dios.  Similar a Barth, afirma que la Biblia “llega a ser la Palabra de Dios”, pero ahora por un proceso racional en vez de espiritual. Mientras que Barth ata la revelación a la fe del individuo, Bultmann la ata a la razón del individuo. De una u otra forma los conceptos de revelación y de inspiración plenaria se ven ampliamente afectados.

Una interpretación correcta de la inspiración plenaria

El Señor Jesucristo dijo: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. (Lucas 4:4). Estamos seguros de que toda la masa textual de la Biblia es la Palabra de Dios y es nuestro alimento espiritual. No hay partes más ni menos inspiradas que otras; todas sus partes tienen el mismo grado de inspiración plena en el Espíritu Santo. Si bien hubo instrumentos humanos usados en el proceso de escritura, podemos decir que Dios mismo es su autor. Como diría J. W. Burgón[iv]:

No ganamos nada con especular cuánto debe asignarse al “elemento humano” y cuánto al “elemento divino”. Es la Palabra de Dios. No debemos ser impacientes ante este divino misterio. No podemos inmiscuirnos entre el Todopoderoso y aquellos a quienes Él inspiró y descubrir simplemente el modo en que Él logró Su fin. Debemos estar satisfechos con que Él nos diga que todo tiene “la inspiración de Dios”. La Biblia es un Libro inspirado igualmente en su totalida por el Espíritu de Dios. El lenguaje del Espíritu Santo es infalible. No osamos buscar errores en una colección de escritos cuyo autor es Dios. No osamos siquiera admitir la posibilidad de la existencia de algunas, muy pocas aseveraciones desconectadas de la religión o las enseñanzas morales, que podrían ser excepciones a la regla.

Tanto en su evidencia interna, desde el punto de vista histórico externo y desde la perspectiva de la fe:
¡La Biblia es en un todo: la inerrante e infalible Palabra de Dios!

 


REFERENCIAS
[i] Alta crítica es el nombre dado a los estudios críticos de la Biblia que buscan investigar su origen literario.
[ii] Según Berkhof, L. (2005). Principios de interpretación bíblica (p. 31). Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío.
[iii] Crítica baja es el nombre dado a los estudios críticos de la Biblia que buscan investigar la trasmisión del texto con miras de llegar lo más posible a los autógrafos.
[iv] La inspiración divina de las Sagradas Escrituras Sociedad Bíblica Trinitaria – Artículo 116