

¿Qué es la traducción por equivalencia formal?
A veces se suele pensar que la “equivalencia formal” fue un método creado específicamente para la traducción bíblica, pero no es así. Las traducciones de un idioma a otro siempre fueron históricamente por equivalencia formal, si vamos al caso, solo que no se lo denominaba específicamente con ese nombre (como método), sino que vino en contraposición a lo que se conoce actualmente como la “equivalencia dinámica”. Es más, cualquier traducción antigua o moderna de literatura secular utiliza el método de equivalencia formal. En cambio, la equivalencia dinámica sí fue creada como un método alternativo a la forma convencional de traducir. Este método, con el cual discrepamos, fue creado por Eugenio Nida[i] a mediados del siglo XX, donde propone que lo principal a traducir de la lengua origen es el pensamiento equivalente que puede llegar a entender la lengua receptora. Es un método que tiene más en cuenta el pensamiento a transmitir que las palabras en sí mismo. Si bien Nida, en muchos de sus extensos postulados, tiene algunas cosas válidas en lo que se refiere a la ciencia de la traducción, no obstante, en otros se equivoca al querer aplicar al texto bíblico métodos que terminan desvirtuando su significado, por tener demasiados elementos subjetivos.
Estaríamos de acuerdo que todo traductor de la Biblia debe conocer a fondo la lengua destino en lo referente a los modismos del idioma y su estructura gramatical, como plantea la ciencia de traducción. Pero advertimos que un uso indiscriminado de equivalencias, aplicado a cada versículo que se traduce, muchas veces transforma las traducciones bíblicas en meras paráfrasis que desvirtúan en alguna manera las palabras originales que fueron inspiradas por el Espíritu Santo.
Por ejemplo, el mundo secular no traduciría Don Quijote de la Mancha (la obra de Cervantes) al inglés por un método de equivalencia dinámica tal cual lo plantea Nida, sino que lo hace de manera formal. Pero cierto ámbito del mundo cristiano no conservador toma demasiadas licencias con el texto bíblico en sus traducciones modernas por equivalencia dinámica, lo cual es una ofensa para Su Autor (en un próximo artículo trataremos esto con ejemplos).
A continuación, explicamos mejor de qué se trata la equivalencia formal, para que el lector entienda que no es un método arcaico ni fuera de la ciencia de la traducción.
¿La equivalencia formal es siempre palabra por palabra?
Una de las suposiciones erróneas acerca de la equivalencia formal es que sea inexorablemente una traducción automática, palabra por palabra (como lo hacen ciertos programas informáticos), carente de elementos equivalentes del lenguaje—algo así, si se permite la expresión, como una traducción robotizada. Si esto fuera verdad, transformaría la traducción bíblica en un texto tosco, poco entendible y sin sentido para el idioma receptor, pero esta no es la realidad.
La Biblia Reina Valera es una traducción por equivalencia formal que fue y es perfectamente entendible por el público hispanoparlante. Pero para demostrar que no siempre se puede traducir palabra por palabra, de manera literal, a continuación damos algunos ejemplos de cómo la Biblia Reina Valera tuvo que recurrir a algunas equivalencias que fueron necesarias para la traducción de ciertas frases idiomáticas. Al hablar de “equivalencias”, no nos referimos al método creado por Eugenio Nida, sino a simples traducciones de textos que, por razones semánticas, no pueden hacerse de manera literal, ya que provocaría un texto oscuro o confuso para el lector.
Ejemplos:
1 – ¿Hablando boca a boca o cara a cara?
En 2 Juan 1.12 el apóstol Juan dice que espera ir a hablar a futuro con un grupo de creyentes “boca a boca” (en griego, stoma pros stoma). Seguramente la expresión viene del hebreo, ya que en el Antiguo Testamento encontramos dicha frase “boca a boca” en Números 12.8, Jeremías 32, y 34.3. En la versión Reina Valera, esto se ha traducido por su equivalente “cara a cara”, y esto viene nada menos que de la original Biblia del Oso del año 1569. Si bien la revisión del 1909 lo volvió literal a “boca a boca”, en la nueva revisión (RV-SBT) nosotros hemos conservado la equivalencia de Casiodoro de Reina “cara a cara”, ya que es una expresión más comprensible para el lector actual y en ninguna manera desvirtúa el texto bíblico.
2 – ¿Llenar las manos o consagrar?
En Éxodo 28.41 nos encontramos con una expresión hebrea malé eth yad que literalmente es: “llenar su mano”. Está hablando de Aarón, el sacerdote, y sus hijos, acerca de que debían ser consagrados para el servicio a Dios en el tabernáculo de reunión. La expresión originalmente en hebreo es en singular, pero se traducía originalmente en Reina 1569 en plural: “henchirás sus manos”. Si lo dejamos literal, hoy no se entendería tal expresión como “consagración”; por eso, la Biblia Reina Valera 1909, hace más de 100 años, cambió tal término a una sola palabra: consagración, y así lo hemos mantenido en la revisión actual de la RV-SBT. Este modismo hebreo podría haber significado originalmente que se colocaba un objeto en la mano de una persona para conferirle un oficio o responsabilidad específica (de allí la idea de llenar su mano).
3 – ¿Nariz larga o lento para la ira?
El conocido pasaje de Éxodo 34.6, donde tenemos que Dios es “lento/tardo para la ira”, literalmente en hebreo es arek aph (larga nariz), pero obviamente no podemos traducirlo así. El modismo da la imagen de una persona enojada que respira con agitación o alguien que da un profundo suspiro no se puede saber a ciencia cierta, pero sí llegar a una aproximación de que sería la imagen de un Dios airado que, por Su gran paciencia y bondad, no descarga Su justo castigo en el hombre de manera inmediata, sino que lo soporta con paciencia y le da tiempo para que se arrepienta. De allí que se interpreta “lento para la ira”.
Respetando las palabras del idioma original de la Biblia
Hemos dado solo tres ejemplos de equivalencias de las muchas que hay, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento Reina Valera. Nos damos cuenta de que es un mito el argumento de que las Biblias traducidas por equivalencia formal no son entendibles. La equivalencia formal trata de rescatar todas las palabras de la lengua original del texto bíblico, sean palabras de peso como sustantivos, verbos o adjetivos; así también de pequeñas partículas como las preposiciones, conjunciones o artículos. En la equivalencia formal, cada palabra cuenta, y cada vez que se haga una equivalencia será solo en caso de suma necesidad (por ejemplo, determinados modismos o expresiones que podrían llegar a quedar sin sentido para el lector de la traducción). Por eso, en nuestra sociedad tenemos un dicho, referente a lo que respeta a la traducción bíblica:
Tan literal como sea posible; tan libre como sea necesario.
Lo que tenemos en nuestras manos no es cualquier texto secular, sino la santa Palabra de Dios. Si se cree en la inspiración verbal de la Biblia, la iglesia hispana haría bien en apoyar siempre traducciones literales para su uso congregacional.
REFERENCIAS
[i] Eugene A. Nida (1914 – 2011), lingüista estadounidense, considerado como el padre de la teoría de la equivalencia dinámica en la traducción de la Biblia.
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