Las Biblias de la Reforma: ¿Fueron traducidas a partir de un limitado número de manuscritos hebreos y griegos?

Desde el siglo XVIII, críticos textuales como Griesbach[i] y luego Lachmann[ii] comenzaron a poner en duda la fe de la Iglesia en el texto provisto por Dios como base para las Biblias de la Reforma protestante del siglo XVI. En especial, las ediciones griegas del llamado Textus Receptus , proveniente de la tradición de manuscritos bizantinos, fue el blanco de sus ataques. La crítica textual se inclinó preferentemente por la familia alejandrina, la cual era escasa en cantidad de testigos textuales, comparada con la bizantina.

A comienzos del siglo XX, el postulado de la crítica textual respecto a los manuscritos bizantinos y alejandrinos fue que, si bien reconocía que la familia bizantina era el 90% de la masa textual descubierta históricamente, no obstante, argumentaba que era deficiente en materia de “transmisión textual” (por ser manuscritos más recientes); y afirmaba que la familia alejandrina, aunque menor en cantidad (10%), era una aproximación más cercana del texto bíblico original (por ser manuscritos más antiguos).

Podemos resumir en dos puntos lo que la crítica textual proponía inicialmente:

  1. Los manuscritos bizantinos son mayoría, pero son más recientes y más alejados de los originales.
  2. Los manuscritos alejandrinos son minoría, pero más son antiguos y más cercanos a los originales.

Antiguamente, el Textus Receptus era también conocido por sinónimos como: El Texto Tradicional, Texto de la Reforma y, sobre todo, el Texto Mayoritario. Nadie ponía en duda (ni siquiera sus opositores) que el texto bizantino era el texto mayoritario que siempre utilizó la Iglesia. Pero a mediados del siglo XX los argumentos de la crítica textual fueron más allá en sus postulados en contra del Textus Receptus. En especial, impulsado por sociedades bíblicas alineadas con la crítica textual, empezaron a decir que el Textus Receptus, utilizado en la Reforma, fue de carácter minoritario.

¿Cómo fue posible que invirtieran el argumento de manera tan inverosímil? Uno de los artilugios fue dividir a los manuscritos en más familias o categorías textuales.

Categoría I – Alejandrina

Categoría II – Egipcia

Categoría III – Ecléctica

Categoría IV – Occidental

Categoría V – Bizantina

Es así que clasificaron cinco familias textuales, poniendo en último lugar a la familia bizantina (asignándole menos manuscritos), ¡a pesar de que esta categoría antes se la reconocía como la masa textual mayoritaria de manuscritos griegos del Nuevo Testamento! De esta manera, por medio de un ardid, se imponen escasos testigos textuales «preferidos» por los críticos textuales, abandonando la masa textual mayoritaria que sirvió como base para las traducciones de la Reforma.

Nos parece muy liviana la forma con la que algunos hoy exponen sus argumentos en desmedro del Textus Receptus y a favor del texto crítico, sobre todo con una visión histórica que no es objetiva.

También hay mucha desinformación acerca del texto hebreo del Antiguo Testamento (el Texto Masorético), y este está siendo blanco de progresivos ataques hasta que, como han hecho con el Nuevo Testamento griego, terminarán por imponer un nuevo texto crítico para el Antiguo Testamento (parte de esto ya se realiza en el aparato crítico de la Biblia Stuggartensia, aunque las variantes no están incorporadas al texto hebreo que sigue siendo mayoritariamente masorético).

Hay afirmaciones erróneas sobre la base textual de las Biblias de la Reforma, y en especial sobre la versión Reina-Valera. Podemos menciona tres de las afirmaciones más comunes:

Primera afirmación: «Las versiones de la Reforma se basaron sólo en el texto de Desiderio Erasmo, el cual era deficiente».

Falso: Nuestra Biblia Reina-Valera se valió de varias ediciones del texto recibido como:
1) La “Políglota Complutense”, edición financiada por el cardenal Giménez, anterior a la primera edición de Erasmo.
2) La edición de Robert Estienne (que proviene de manuscritos diferentes a los adquiridos por Erasmo).
3) Ediciones de Teodoro de Beza.
Aparte de estas ediciones mencionadas, hubo cerca de 30 trabajos de ediciones griegas en espacio de un siglo. (Recomendamos leer este otro artículo).

Segunda afirmación: «Erasmo solo poseía media docena de copias, e incluso a una de ella le faltaba el final de Apocalipsis. Así compiló su Textus Receptus

Falso: O diríamos, una verdad a medias con un argumento sobrecargado. En su primera edición de 1516 Erasmo contó, como dice la crítica textual, con escasas copias de manuscritos griegos del Nuevo Testamento. Pero, ¿acaso la crítica textual no cuenta también con “escasas copias” al abocarse mayormente al Códice Sinaítico y Vaticano? Se sabe que el 99% de la masa textual del texto crítico de Westcott y Hort procedió mayormente de estos dos códices del siglo IV-V. No hay razones para sorprenderse con la cantidad de copias de Erasmo respecto a lo que tenían Westcott y Hort. Ahora, ¿Erasmo no siguió avanzando en materia textual? Por supuesto que sí; él hizo cuatro ediciones más comparando con nuevos manuscritos, llegando hasta 1535 (su última edición). Destacamos que la Biblia Reina-Valera se basó en otras ediciones aparte de las de Erasmo de Rotterdam (ver este otro artículo).

Tercera afirmación: El Nuevo Testamento de la Reina Valera no está basado en el mejor texto griego.

Falso: La crítica textual presupone que el texto bíblico con que la iglesia contó durante de los siglos tenía corrupciones. Ellos creen en una restauración tardía del texto bíblico (ver artículo) a partir de la edición de Westcott y Hort[1] del año 1881. Tomando este texto como base, luego vinieron las ediciones de Nestlé-Aland[iii] llegando en la actualidad a la vigésima octava. Nos preguntamos: ¿Por qué hay 28 ediciones de Nestlé-Aland? ¿Podríamos decir que las Biblias basadas sobre la edición 26 es inferior en calidad textual a las basadas en la 28? Veamos algunos ejemplos:

Ejemplos de variaciones dentro de las ediciones de Nestlé-Alan

Alguno dirá que, entre las diferentes ediciones, solo varía el aparato crítico y las notas, pero lo cierto es que varía el mismo texto. Por ejemplo, en ediciones tempranas de Nestlé-Alan el texto de 1ra Corintios 10.1 leía:

“ni tentemos al Señor(ton kurion).

Y así sigue esta lectura por ejemplo la LBLA[2], NVI[3] y la mayoría de versiones a excepción de BTX3[4] donde traducían “Mesías”.

No obstante, el Textus Receptus lee:

“ni tentemos a Cristo” (ton jriston).

Pero en Nestlé-Aland 27/28 este texto ya figura igual que el Textus Receptus:

μηδὲ ἐκπειράζωμεν τὸν Χριστόν, καθώς τινες αὐτῶν ἐπείρασαν, καὶ ὑπὸ τῶν ὄφεων ἀπώλλυντο.

¿Es esto, acaso, una reivindicación del Textus Receptus en dicho pasaje? Podría parecernos así, pero no lo es. Las ediciones de Nestlé Aland siguieron avanzando y encontramos un ejemplo en Judas 5 donde antes en sus ediciones estaba: “Señor” (igual que el Textus Receptus), pero ahora en la edición 28 se lee “Jesús”:

Ὑπομνῆσαι δὲ ὑμᾶς βούλομαι, εἰδότας ὑμᾶς ἅπαξ πάντα ὅτι Ἰησοῦς λαὸν ἐκ γῆς Αἰγύπτου σώσας τὸ δεύτερον τοὺς μὴ πιστεύσαντας ἀπώλεσεν, (Edición 28 Nestlé-Aland)

Esta variante nueva (que extrañamente coincide con la Vulgata Latina)[iv] daría pie a una exégesis distinta del texto, ya que conecta el peregrinar del pueblo de Israel en el desierto con Cristo (tal cual lo hace 1ra Corintios 10:1). ¿Pero será la lectura original de Judas, nos preguntamos? Las Biblias traducidas de ediciones anteriores, por supuesto, leen “Señor”.

Mencionamos todo esto para demostrar que la crítica textual no fija un texto definitivo del Nuevo Testamento; dependiendo de qué edición de Nestlé-Aland tomemos, muchos versículos irán variando.

No obstante, lo que creemos en el Textus Receptus como fuente textual para el Nuevo Testamento, creemos en un texto definitivo, y que las variantes que hay entre sus diferentes ediciones fueron de menor importancia.

Conclusión:

Hemos visto que el descubrimiento de manuscritos en su mayoría apoya al Textus Receptus, y que la crítica textual con sus intrincadas especulaciones sobre textos minoritarios nunca termina de fijar el texto bíblico definitivo. Si bien, a priori, parecería que la crítica textual desarrolla una noble labor de “hallar la verdad revelada por Dios” aproximándose a los originales, en su negación de la preservación bíblica a través de los siglos hace que siempre estén detrás de la última novedad en cuestiones arqueológicas (y lo que vuelcan en el texto griego al fin y al cabo son solo especulaciones).

No creemos que Dios haya dejado al hombre la tarea detectivesca de encontrar su Palabra en mil fragmentos dispersados en las arenas del tiempo, sino que es más correcto pensar que existe un texto mayoritario porque Dios mismo lo preservó para su Iglesia (y mediante su Iglesia) a través de todos los tiempos.


REFERENCIAS
[1] Brooke Foss Westcott (1825–1901) y Fenton John Anthony Hort (1828–1892) trabajaron en una edición del texto griego del Nuevo Testamento desde 1853 hasta su conclusión en 1881. Dicho trabajo se basó en su mayor parte en dos manuscritos del siglo cuarto; el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico.
[2] La Biblia de las Américas.
[3] Nueva Versión Internacional.
[4] Biblia Textual tercera edición.
[i] Johann Jakob Griesbach (4 de enero de 1745 – 24 de marzo de 1812), fue un crítico textual bíblico alemán.
[ii] Crítico textual alemán (4 de marzo de 1793 – 13 de marzo de 1851) impulsor de la idea de que los mejores manuscritos son los más antiguos.
[iii] El Novum Testamentum Graece (Nuevo testamento en griego) es el título de una edición crítica en griego del Nuevo Testamento elaborada por Eberhard Nestle y Kurt Aland, editado por el Institut für neutestamentliche Textforschung (Instituto para la investigación sobre el texto del Nuevo Testamento). Ya se han publicado veintiocho ediciones de este trabajo (se suele citar como NA28).
[iv] La Vulgata latina lee “Jesús”: commonere autem vos volo scientes semel omnia quoniam Iesus populum de terra Aegypti salvans secundo eos qui non crediderunt perdidit