No es novedad que los críticos textuales de los últimos 200 años han puesto en duda pasajes bíblicos que la iglesia cristiana usó durante los siglos. Lo preocupante, de cara al tercer milenio, es que dentro de lo que se supone como el campo conservador (respecto a la Biblia), se levanta la voz en contra del «final largo del evangelio de Marcos» alegando que es un agregado espurio. Esto provoca que muchos predicadores sientan dudas en cuanto a si predicar o no el pasaje de Marcos 16:9-20. ¿Realmente tiene una base sustentable esta oposición o solamente es repetir (con alguna que otra variación) la crítica liberal del siglo XIX?
En este artículo, publicado originalmente en inglés por la Sociedad, se demuestra cuáles son las bases históricas y textuales que corroboran la autenticidad de este texto.
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