¿Mantendrá esta revisión el nombre JEHOVÁ en el Antiguo Testamento?

Reiteradamente se nos ha preguntado si la revisión de la RV1909 que está llevado a cabo la Sociedad incluirá el nombre JEHOVÁ para Dios. La respuesta es simple; esta revisión mantendrá JEHOVÁ como la transcripción del nombre de Dios en el Antiguo Testamento, tal como está actualmente. Podríamos aportar diferentes razones para justificar de dicha opción, pero aquí nos limitaremos a una: el trabajo que se está realizando es una revisión de la traducción de Reina y Valera, y no es una nueva traducción.

Hasta dónde debe llegar una “revisión”

El Diccionario de la Real Academia Española define revisión como la “prueba o examen a que se somete determinada cosa o personas para hacer las correcciones necesarias”, en su segunda acepción. Y añade que, etimológicamente, el término viene del latín revisio, revisionis, derivado de revidere, que quería decir “volver a (o para) ver”. Para hacer una “revisión”, necesitamos una obra previa que se considere válida en su conjunto, pero que requiere ciertas correcciones literarias o de traducción; pero no implica desvirtuar la obra original, o aprovechar la obra original como base de una nueva traducción. Es por ello que toda revisión tiene que tener unos límites que no debe traspasar, para no perder las características propias de la obra original.

Una revisión nunca debería cambiar los criterios básicos de la traducción que se revisa

Aunque es difícil delimitar hasta dónde puede llegar un trabajo de “revisión”, en lo que respecta a la revisión de una traducción bíblica se debería tener presente cuatro variables: el texto a partir del cual se ha llevado a cabo la traducción, el método empleado para realizarla, el vocabulario específico empleado y las pautas generales establecidas por el traductor o traductores. Veamos lo anterior aplicado a la traducción de la Biblia realizada por Casiodoro de Reina, que revisó posteriormente Cipriano de Valera, y que han dado como resultado la versión que conocemos como Reina-Valera de 1602.

1 El texto a partir del cual se traduce

¿Hasta qué punto que puede llamar “revisión” si se cambian los textos de los cuales se realizó la traducción? Diferentes textos a traducir por fuerza han de ofrecer diferentes traducciones. De ahí la importancia de no incorporar cambios en la revisión que se deban a lo que dicen otros textos hebreos y griegos que no sean el Texto Masorético para el Antiguo Testamento, y el Texto Recibido para el Nuevo Testamento.

2 El método de traducción empleado

¿Hasta qué punto se puede llamar “revisión” al proceso su se cambia el método de traducción? El uso de métodos de traducción diferentes da como resultado traducciones diferentes. De ahí que se tenga que mantener el principio de equivalencia formal en el proceso de revisión, pues fue el método que usó Reina en su traducción y Valera mantuvo en la revisión.

3 El vocabulario específico usado

Es cierto que, con el paso del tiempo, las palabras cambian de sentido, y algunas incluso desaparecen; por eso el paso del tiempo justifica una revisión. El vocabulario de los siglos XVI y XVII empleado por Reina y Valera ha sufrido importantes variaciones, e incluso el de la RV1909, que es la revisión que se ha tomado como base de esta revisión actual. Pero hay un vocabulario que el tiempo y el uso ha consagrado, y que ha venido a formar parte del lenguaje bíblico y teológico en castellano que se debe preservar, y que establece también unas marcas características que diferencia esta traducción bíblica de otras. Ese vocabulario específico, junto con ciertas formas de expresión características de la traducción que no son arcaicas, deberían preservarse en una revisión.

4 Las pautas generales establecidas para la traducción

Otro aspecto importante a tener presente en una revisión es preservar las pautas generales establecidas por el traductor en su trabajo. En la introducción de Reina a su traducción, y en la de Valera a su revisión, enunciaron ciertos criterios que guiaron su trabajo, los cuales hay que procurar respetar. Es en este punto, en que Reina estableció su criterio sobre como recogería las cuatro consonantes hebreas que identificaban uno de los nombre importantes de Dios en el Antiguo Testamento, que nosotros llamamos el tetragrámaton, y que encontramos incorporado como JEHOVÁ.

Un principio establecido y justificado por Reina, que preservó Valera

Casiodoro de Reina escribió los motivos por los que optó por transliterar el tetragrámaton como JEHOVÁ, en su “Amonestación del intérprete de los Sacros Libros al Lector y a toda la Iglesia del Señor, en que da razón de su traslación en general, como de algunas cosas especiales”. Reina justifica el haber incorporar JEHOVÁ en su traducción no como una novedad, sino como que ya venía de antes, usando la expresión “hemos retenido”, esgrimiendo diversos motivos por los que lo ha hecho. Entre los motivos que presenta para justificar la opción de transliterar JEHOVÁ, está el hecho de que así lo encuentra en el texto hebreo (el Texto Masorético que usó en su traducción del Antiguo Testamento). También considera que la costumbre de poner “Señor” o “Dios” en lugar de JEHOVÁ es un cambio importante, pues implica un cambio de significado. Cree que al cambiar JEHOVÁ por “Señor” o “Dios”, se contraviene el consejo de Dios, pues es querer enmendar el texto, como si el Espíritu Santo se hubiera equivocado al mencionar JEHOVÄ en lugar de “Señor” o “Dios”. Afirma que su presencia en el texto hebreo evidencia que Dios quiso que lo conociéramos e invocáramos con dicho nombre, por lo que sería temerario no mantenerlo y una “superstición temeraria” prescindir de él con pretexto de reverencia (haciendo clara alusión al argumento de los judíos). Añade también que Dios quiso con el nombre JEHOVÁ establecer una clara diferencia entre él y todos los otros falsos dioses. Considera que el hecho de no usar JEHOVÁ en las traducciones es una “superstición” de los traductores de la Septuaginta, que pasó a las posteriores traducciones, tanto al latín como al castellano. Reflexiona sobre el hecho que si no era pecado escribir el nombre en letras hebreas, tampoco puede serlo escribirlo “en otras lengua ni letras”. Y afirma que si en el Nuevo Testamento encontramos la traducción “Señor” (en griego “Kurios”), se debe a que no se encargaron de hacer traducciones, sino que usaron las existentes; pero que es la obligación de un traductor del Antiguo Testamento recoger lo que se encuentra allí, que es el nombre JEHOVÁ.

Una decisión consciente del traductor

Lo anterior nos revela que el uso de JEHOVÁ para transliterar las cuatro consonantes hebreas del nombre de Dios (el tetragrámaton) fue una decisión consciente de Reina, y uno de los criterios característicos de su traducción de las Escrituras. El hecho de que Valera no cuestionara dicha opción en su revisión de la traducción de Reina evidencia que no consideraba que esa opción fuera un error que se tenía que corregir, sino que era algo que debía preservar en su revisión. Lo cierto es que incluso en las traducciones de la Biblia al inglés de Matthew (1537), Taverner (1539), Great Bible (1540), Ginebra (1606), King James (1617) –que optaron por poner LORD (Señor en mayúsculas)–, encontramos la presencia del nombre JEHOVÁ, en mayor o menor grado, en algunos pasajes del Antiguo Testamento. Vemos que entre las biblias de la Reforma se tomaron cuatro (aunque las dos primeras se podrían considerar como dos variantes de una misma opción) opciones diferentes en relación al tetragrámaton: seguir la línea de la Septuaginta, seguida posteriormente por la Vulgata, de cambiar el nombre hebreo por “Señor” (alemán); seguir la línea de la Septuaginta, con algunas excepciones (inglesas); traducir el nombre hebreo por “El Eterno” (francés); mantener el nombre hebreo con JEHOVÁ (castellano y portugués).

Conclusión

Todo lo anterior evidencia que el mantenimiento del nombre divino JEHOVÁ en el Antiguo Testamento es una exigencia para una revisión de la traducción de Reina revisada por Valera en 1602. Es una opción de traducción, justificada ampliamente por el traductor, que no puede considerarse un error que se tenga que corregir. El trabajo que se está haciendo es de revisión de una traducción que se considera correcta; en caso contrario, el trabajo a emprender no hubiera sido una revisión, sino una nueva traducción, al no considerar válida la traducción existente.