Oscuridad vs. perspicuidad
A través de los siglos la iglesia católica romana no procuraba proveer al pueblo de la libre lectura de la Biblia bajo el pretexto de que el vulgo podría desviarse. Ellos argumentaban que las Escrituras encerraban cierta oscuridad para el hombre común y que por eso no debía ser leída de forma privada, pues podría incurrir en errores. Los encargados de dar la interpretación correcta (según ellos) eran los líderes de la iglesia católica. En el Concilio de Trento los católicos decían lo siguiente en cuanto a la libre interpretación de las Escrituras:
Decreta además, con el fin de contener los ingenios insolentes, que ninguno fiado en su propia sabiduría, se atreva a interpretar la misma sagrada Escritura en cosas pertenecientes a la fe, y a las costumbres que miran a la propagación de la doctrina cristiana, violentando la sagrada Escritura para apoyar sus dictámenes, contra el sentido que le ha dado y da la santa madre Iglesia, a la que privativamente toca determinar el verdadero sentido, e interpretación de las sagradas letras…[i]
Cabe destacar que mientras el concilio proclamaba estas altisonantes palabras en España y en otras partes de Europa se seguían prohibiendo y quemando «las Biblias de los protestantes», así como persiguiendo a sus traductores.
Pero los reformadores en el mismo siglo XVI decían que la Biblia no era oscura, ni su interpretación estaba limitada a ninguna iglesia, institución, o grupos de personas religiosas. Ellos creían en la «perspicuidad de las Escrituras», es decir que la Biblia es lo suficientemente clara en sí misma para guiar al pecador a la salvación en Cristo así como en otros asuntos doctrinales. En cuanto al estudio de la Biblia, ellos afirmaban que el Espíritu Santo que había inspirado las Sagradas Escrituras daría también la iluminación a los convertidos para entenderla. Si bien la Biblia no es igualmente clara (o perspicua) en todas sus partes, es deber del creyente escudriñarla y entenderla dentro del contexto general de la misma. La regla hermenéutica clásica es: «la Biblia es su propio intérprete» (se puede explicar a sí misma en todo su contexto). El mismo Casiodoro de Reina, en su traducción de 1569, dedica un gran desarrollo de pensamientos para explicar este tema en su «Amonestación al cristiano lector«. Él atribuía que el error de prohibir la traducción de las Escrituras en lengua común, para que estuviera al alcance de la gente, provenía del mismo Satanás. Citamos:
Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira y autor de tinieblas, (Cristiano lector), que la verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo. […]siempre ha resistido y no cesa ni cesará de resistir (hasta que Dios lo detenga del todo), a los libros de la Santa Escritura; porque sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es este, para deshacer las tinieblas en el mundo, y echarlo de su vieja posesión.[ii]
Las traducciones actuales y el contexto evangélico
Vemos un grave peligro en nuestro tiempo de muchas iglesias evangélicas que desalientan el estudio serio de las Escrituras bajo la descontextualización de 2 Corintios 3.6 diciendo: «la letra mata«. Bien sabemos que la letra de toda la Biblia son Espíritu y vida (Juan 6:63). Pero como en el siglo VXI la historia se repite. La iglesia católica se interponía entre el pueblo y la Biblia a través de «su propia interpretación». Ahora parte de la corriente carismática se interpone entre el pueblo y la Biblia con «sus revelaciones». Gran parte del pueblo evangélico ya se ha dado cuenta de esta falacia e intenta combatirla, pero tememos que hay otro peligro más que se suma a esta confusión de querer alejar al pueblo de la Biblia, y son aquellas traducciones que parafrasean la Palabra de Dios.
Un ejemplo de la Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Tomamos este ejemplo de la versión TLA de la Biblia (aunque hay muchas otras similares), ya que su intención es hacer la traducción más sencilla que el lector pueda entender. Es decir que muchas de las versiones bíblicas modernas basan su necesidad de existencia en que son «más fáciles de entender» que otras versiones de la Biblia. En este afán de hacer la Escritura más perspicua de lo que es, muchas veces caen en una abusiva manipulación del texto bíblico, y terminan haciendo decir a su Biblia lo que el Espíritu Santo no puso en los originales.
Traducir una Biblia en lo que se supone es un lenguaje actual no siempre acarrea ser preciso doctrinalmente. Hacer una Biblia «fácil de entender» (como algunos dicen) no siempre se respeta la inspiración verbal, es decir las palabras que el Espíritu Santo guió a consignar por parte de los escritores bíblicos en el original. La traducción tiene que estar centrada en lo que Dios dijo antes que supeditarla a lo que el hombre actual puede entender desde su filosofía y cultura. O centramos las traducciones en lo que Dios dijo (y hacemos versiones de la Biblia precisas) o nos centramos en el hombre y hacemos una paráfrasis antes que un traducción bíblica. Sería más sincero que algunas versiones de la Biblia digan en sus prólogos que son paráfrasis y no traducciones. El pasaje de Isaías 55:11 nos recuerda que lo que vale es «lo que sale de la boca de Dios». Los hombres pueden hacer muchas interpretaciones acerca de lo que Dios dice, pero volcar interpretaciones personales en una traducción y llamarlo la Palabra de Dios es reprochable.
Vamos a analizar unos de los pasajes centrales del Nuevo Testamento en lo que se refiere a la justificación por la fe. Romanos 5:1-2.
En la versión Reina-Valera SBT dice:
(1) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Comparemos ahora como se traduce este tan conocido versículo en la Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
(1) Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios. (2) Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfrutar del amor de Dios, y que un día compartiremos con él toda su grandeza.
El lector notará una gran diferencia entre ambas traducciones ¿Qué tal si hacemos un poco de exégesis de los versículos para entender más las diferencias entre ambas traducciones?
Versículo 1
Todo creyente estudioso de las Escrituras sabe lo que es «la justificación por la fe». Somos salvos por una imputación de justicia que no es nuestra. En nuestro estado de pecadores no podemos ser justificados de ninguna manera. Romanos 3:20 nos dice que «ninguna carne se justificará delante de Dios«. Jesucristo, el Hijo de Dios, fue sin pecado, Él cumplió toda justicia (la que nosotros no podíamos cumplir), y se entregó en la cruz para justificar al pecador que pone su fe en Él. El pecador recibe la justicia de Cristo, y de esta forma está vestido de la misma y es aceptado por Dios. En definitiva, Dios nos acepta en Cristo, «somos aceptos en el amado» (Efesios 1:6). Pero la TLA (aparte de eliminar el término «justificación») hace del centro del versículo que «Dios nos acepta porque confiamos en él«. Si bien luego habla de que «esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo«, el énfasis primario recae en la iniciativa humana de confianza antes que en la gracia de Dios por medio de la fe. El texto pasa a centrarse en el confiar de hombre como obra antes que en la justicia que Cristo nos imparte por la fe. En la TLA, términos como «justificación» (dikaioo) y «fe» (pistis) no aparecen tácitamente, pero aparecen palabras que no están en el original como pronombres y sustantivos (dos veces Dios), además de otros conectores. El tema de la «paz» contenida en el versículo sufre un pequeño cambio también. Al decir, «por eso vivimos en paz con Dios«, el énfasis se da en el disfrute de la paz de Dios (que obviamente es innegable), pero la forma expresada en Reina Valera «tenemos paz para con Dios» apunta más al tema de la reconciliación con Dios que a gozar de su paz.
Versículo 2
Aquí encontramos un cambio abrupto, una paráfrasis muy libre por parte de la TLA; casi no hay paralelo con el texto original griego. La versión Reina Valera apegada al original traduce: «por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes«, es decir, que la obra salvadora de Cristo, la cual nos hemos apropiamos por la fe, es la que no da entrada a este estado de gracia (o sea la justificación). Decir como la TLA: «Nos alegra saber que, por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfrutar del amor de Dios» suena bonito, no es incorrecto en sí mismo, pero no es lo que dice la Palabra inspirada. Desaparece el concepto de «fe» (como entrada) y de «gracia» (como estado). «Disfrutar del amor de Dios» no son palabras que figuren en el griego. El corazón mismo de la doctrina del versículo está siendo cambiada por frases emocionales tales como: «nos alegra saber» o «podemos disfrutar el amor» que no tienen respaldo textual. Al final del versículo vemos nuevamente el contenido humanista de la traducción. La Biblia Reina Valera dice: «y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios«. Esto es gloriarse en la obra de redención llevada por Cristo en la cruz, nuestra única esperanza y motivo de gloria. Como dice Colosenses 1:7: » Cristo en vosotros la esperanza de gloria«. Ahora la TLA termina el texto nuevamente apuntando al hombre: «un día compartiremos con él toda su grandeza«. Como se podrá apreciar, en vez de regocijarnos en la gloria de Dios, por la obra y persona de Cristo (que nos humilla como pecadores y Lo exalta a Él como Salvador), somos inducidos a pensar en nuestro futuro de compartir la grandeza de Dios como si ese fuera nuestro motivo de gloria. De un pensamiento teocéntrico saltamos a otro antropocéntrico.
A todo esto el prólogo de la TLA dice: «Se ha traducido de tal manera que su mensaje sea equivalente al del texto original, pero de modo que pueda leerse en voz alta con fluidez, y que pueda escucharse sin problemas de comprensión«[iii].
Notar que no es lo mismo decir «mensaje equivalente» a una «traducción equivalente». Básicamente los traductores por equivalencia dinámica[iv] se ponen en lugar del Espíritu Santo, ya que ellos parecen saber lo que quería decir el original de las Escrituras. Sin embargo nosotros pensamos que la mejor manera de respetar lo que el Espíritu Santo inspiró es traduciendo formalmente[v] las palabras como están en los idiomas originales.
Conclusión
La Biblia es perspicua, suficiente clara en sí misma. Por más que haya sido escrita en un tiempo diferente y una cultura distinta a la nuestra, no debemos acomodar las palabras inspiradas a nuestro pensamiento moderno. Muchas traducciones modernas se toman el atrevimiento de hacer decir a la Biblia cosas que no dice por el pretexto de «fácil lectura». No es solamente una falta de confianza en el Espíritu Santo, que ha dado y da comprensión a los lectores de la Biblia de todas las épocas culturas y razas , sino que además es una clara adulteración de la Palabra de Dios la cual, obviamente, no quedará sin consecuencias delante del Juez de la Palabra.
La Palabra de Dios es clara en sí misma y no necesita del agregado de los hombres para hacerla más clara.
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al simple. (Salmos 19:7)
NOTAS
[i] DECRETO SOBRE LA EDICIÓN Y USO DE LA SAGRADA ESCRITURA – LAS SAGRADAS ESCRITURAS SESION IV – Celebrada en 8 de abril de 1546 en el Concilio de Trento.
[ii] AMONESTACIÓN AL CRISTIANO LECTOR – 1569 – Biblia del Oso traducida por Casiodoro de Reina.
[iii] TLA es una versión bíblica promovida por Sociedades Bíblicas Unidas.
[iv] Método de traducción que prioriza traducir pensamientos equivalentes antes que las mimas palabras del texto bíblico.
[v] La traducción por equivalencia formal es el método que utilizaron las Biblias de la Reforma ya que se respeta la inspiración verbal de las Escrituras, y es el método que utiliza Sociedad Bíblica Trinitaria en todas sus traducciones y revisiones de la Biblia, incluyendo la revisión Reina-Valera SBT.