“El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán”
(Mt. 24.35 – Mr. 13.31 – Lc. 21-33)
La mayoría de los cristianos evangélicos creen que Dios preservó su Palabra a través del tiempo, pero no de la misma manera. Si bien casi todos coinciden en una idea general de “preservación”, podemos decir que existen dos líneas diferentes de pensamiento entre los cristianos evangélicos acerca de cómo se ha llevado a cabo la misma. ¿Cuáles son estas dos posiciones o ideas en cuanto a la preservación de la Biblia?[i]
Posición 1:
La hipótesis de la preservación constante en el tiempo
Esta posición es la que se identifica con el Texto Recibido griego para el Nuevo Testamento, y con el Texto Masorético hebreo para el Antiguo Testamento. La Reforma Protestante reconoció que los textos griegos y hebreos fueron preservados por la providencia de Dios de una manera constante a través de los tiempos. Si bien no se dispone de los manuscritos autógrafos (salidos del puño y letra de los autores inspirados), se cree que las copias de los mismos se mantuvieron de manera pura en manos de los creyentes a través de los siglos. La declaración de fe de Westminster dice lo siguiente al respecto:
El Antiguo Testamento en hebreo (que era la lengua nativa del antiguo pueblo de Dios), y el Nuevo Testamento en griego (que en la época en que fue escrito era la lengua más conocida entre las naciones), al haber sido inspirados inmediatamente por Dios, y conservados puros a través de los siglos por su especial cuidado y providencia, son por lo tanto auténticos; y por esa razón, la iglesia debe apelar a ellos en última instancia en toda controversia religiosa. (Confesión de Fe de Westminster, Bautista de Londres – Capítulo 1, párrafo VIII).
Vamos a enfocarnos, por ahora, sólo en el Nuevo Testamento y su texto griego. Si pudiéramos representar gráficamente una línea de preservación que fuera constante, y que ejemplificara una “preservación ininterrumpida”, esta sería de la siguiente manera:
Como vemos, es algo simple; una línea recta sin fluctuaciones representando la preservación del texto griego de los escritores del Nuevo Testamento (copiados una y otra vez a través de los siglos). Este texto griego fue llamado en el tiempo de la Reforma: “Textus Receptus”, es decir, el Texto Recibido por la iglesia a través de los tiempos. En las imprentas del siglo XVI y XVII se hicieron varias ediciones de este texto. Si bien hubo varias ediciones de este Texto Recibido (ver artículo “Fuentes textuales del Nuevo Testamento”), estas coinciden en un 99% entre sí, demostrando una línea armónica de textos que se mantuvieron sin variación a través del tiempo (o al menos con un alto grado de coincidencia). El Texto Recibido griego es la base textual del Nuevo Testamento de las traducciones de la Reforma, entre las cuales se encuentra la versión Reina Valera que imprime nuestra Sociedad.
Posición 2:
La hipótesis de la preservación interrumpida en el tiempo
Esta posición es la que sostienen los críticos textuales que apoyaron las ideas de Westcott y Hort[ii], eruditos que argumentaban que el texto griego del Nuevo Testamento se corrompió a través del pasar de los siglos, y que era necesario una restauración textual para volver a la lectura original. Esta “restauración” fue llevado a cabo con premisas que descartaban la preservación de las Escrituras a través del tiempo. Ellos argumentaron que el Texto Recibido era un texto inferior y corrupto, es decir, el producto de una armonización artificial llevado a cabo por Luciano de Antioquía, del siglo IV, a la cual llamaron: Recensión Luciana. Una “recensión”, según la crítica textual, es cuando se quiere hacer un texto uniforme a partir de textos diversos que difieren entre sí (o que son complementarios de una misma familia textual). No hay datos históricos para afirmar (como hicieron Westcott y Hort) que Luciano de Antioquía se haya propuesto realizar con los textos bíblicos dicha recensión. Es más, esto ya fue incluso descartado por muchos críticos textuales por carencia de pruebas. Sin embargo, Westcott y Hort se valieron de esta hipótesis para decir que no hubo una línea de preservación histórica constante del texto griego del Nuevo Testamento. Es decir, Dios no guardó providencialmente el texto del Nuevo Testamento de forma pura para la iglesia de todos los tiempos. ¿Cuál era el fin que perseguían Westcott y Hort con esta idea? ¡Salvar a la iglesia del “corrupto” Texto Recibido (como decían), para darles un nuevo texto griego producido por su ingenio humano! Con esta idea, el gráfico de preservación (si acaso se puede considerar una teoría de preservación), sería de esta manera:
Como vemos en el gráfico, el texto griego de la Palabra de Dios es como si hubiera sido afectado a través del tiempo, “cayendo en una fosa de impureza textual” que fue desde el siglo IV al XIX. Según los críticos, esta pureza cayó con la Recensión Luciana y fue restaurado en el año 1881 por los eruditos Westcott y Hort en “The New Testament in the Original Greek”[iii] (El Nuevo Testamento en el Griego original). ¿Qué fuentes textuales utilizaron mayormente ellos? Usaron dos textos de origen católico: A) Códice Sinaítico B) Códice Vaticano. Como estos textos no son armónicos entre sí, ya que difieren en muchas instancias, Westcott y Hort crearon métodos para determinar “cuál es la Palabra de Dios” contenida en esos textos. Es decir, crearon un método para llegar al supuesto “texto original” basándose sólo en un par de códices, dejando de lado los testigos textuales mayoritarios usados en todas las épocas por la iglesia fiel (la línea del Texto Recibido). Si vamos al caso, el texto producido por Westcott y Hort fue en cierta forma una “recensión”, pero de la cual contamos con datos históricos, a diferencia de la hipotética Recensión
Luciana de la que no hay evidencias. Sabemos lo que ellos hicieron y cómo lo hicieron. Las versiones bíblicas que se basan en el Texto Crítico proveniente de Westcott y Hort, por nombrar algunas, son: Nueva Versión Internacional, Biblia Textual, La Biblia de las Américas (mayormente, ya que también toma a veces del Texto Recibido), Biblia Para Todos, Dios Habla Hoy, Nueva Traducción Viviente, La Palabra etc.
¿Cuáles de estas dos hipótesis se encuadra con el criterio bíblico?
La posición número uno es obviamente la más consistente con una idea de preservación. Es coherente pensar que el Dios que inspiró puramente su Palabra la conservaría a través de los tiempos de forma inalterada. La Providencia que hizo posible la inspiración y la formación del Canon de las Escrituras es la misma que preservó dicho texto a través de los siglos. Un escrito en inglés de la Sociedad que habla de la “preservación” dice lo siguiente:
La conexión entre la inspiración y la preservación es la más fuerte posible: es Dios mismo actuando a través de Su providencia. El que inspiró las Escrituras es el mismo que las ha preservado, y las preservará para siempre. Él es uno, auto-consistente, eterno, inmutable, la Verdad misma, omnisciente, omnipotente y omnipresente. Como Su naturaleza consiste en sus atributos esenciales, por ende sus decretos eternos son comunicados y llevados a cabo a través de las obras de la creación y su providencia. Todo es suyo. Por lo tanto, todas sus obras, aunque diferentes entre sí, son consistentemente una sola, incluyendo Su obra providencial de inspirar y preservar las Escrituras.[iv]
En la Sociedad Bíblica Trinitaria, cuando hablamos de la preservación de la Biblia, creemos que Dios no permitió que su Palabra fuera corrompida a través de los siglos, ni que Su pueblo se quedara con un texto alterado en sus manos por 1500 años. No creemos que en el tiempo de la Reforma, donde se tradujo la Palabra de Dios a los idiomas principales, los traductores hayan sido provistos de copias defectuosas de las Escrituras por parte de la Providencia. No creemos que el padre de las misiones, William Carey, tradujera la Biblia a más de 30 idiomas y dialectos con el corrupto Texto Recibido (como dice la crítica textual). Por el contrario, creemos que Dios preservó Su Palabra libre de error a través de los siglos. Las ligeras variaciones de las ediciones del Texto Recibido son una prueba del texto armónico conservado por la Iglesia y por la providencia de Dios. Por otro lado, el Texto Crítico es una invención humana de hace apenas dos siglos atrás, y que para sostener su postura tiene que negar la preservación entendida como una línea que permanece. ¿Pero qué dice la Palabra de Dios respecto de sí misma?
Sécase la hierba, cáese la flor: mas la palabra del Dios
nuestro permanece para siempre. (Isaías 40:8).