Sola Scriptura: a 500 años de la Reforma Protestante

El verdadero tesoro de la Iglesia es el santo Evangelio de la gloria y la gracia de Dios.
(Tesis 62 – Martín Lutero, 31 de octubre de 1517)

Como sociedad bíblica de carácter evangélico[i], queremos recordar y desarrollar en este artículo una de las cinco solas[ii] de la Reforma del siglo XVI; la sola scriptura.

Esta expresión en latín significa: “solo por medio de la Escritura”, es decir, sostiene el principio de que todo creyente en Cristo debe guiarse solamente por la Biblia como la suficiente Palabra de Dios inspirada y autoritativa.

¿Qué sucedía en el siglo XVI respecto a la difusión de la Biblia, especialmente en la época que Lutero clavó sus 95 tesis en la abadía de Wittenberg?

Roma y su doble concepto de autoridad

La iglesia católica sostenía un principio de doble de autoridad para el creyente. Ellos no negaban la Biblia como un principio de autoridad en asuntos de fe y prácticas, pero agregaban la tradición eclesiástica a la misma escala de importancia. Por lo tanto, los católicos romanos no se basaban solamente en la Escritura, sino además en los dogmas de la iglesia proveniente de concilios históricos, escritos eclesiásticos y bulas papales. Dado que consideraban al Papa como infalible, todos sus escritos debían ser considerados tan autoritativos como la infalible Palabra de Dios. Obviamente, todo esto era un completo engaño, no solamente por poner la tradición de la iglesia a la misma altura que la Biblia, sino que además la tradición (el pensamiento cátolico subyacente) iba en contra de claros principios bíblicos, especialmente los que tienen que ver con el evangelio de salvación en Jesucristo.

La iglesia católica no negaba la gracia salvadora, pero a la misma le añadía obras. No negaba la justificación por la fe, pero añadía las indulgencias[iii] como medio de justificación. No negaba a Cristo, pero añadía la veneración a la Virgen y a los santos. No negaba la gloria de Dios, pero el Papa se presentaba como el vicario de Cristo en la tierra. Como hemos visto, la autoridad de la Biblia no era suficiente para ellos, y por esto agregaban la tradición eclesiástica. Por eso los reformados agregaron (como si fuera un prefijo a cada concepto) el adjetivo “solo»: Solo la gracia, solo la fe, solo Cristo, solo la Escritura y solo a Dios la gloria.

La prohibición de la Biblia al pueblo

La única versión bíblica autorizada por la iglesia católica era la Vulgata Latina, traducida del griego y del hebreo por Jerónimo de Estridón en el siglo IV. El problema era que el latín, como idioma, era utilizado solo por gente académica o con acceso a estudios superiores. El latín era una especie de lengua franca dentro del ambiente erudito entre personas de distinta lengua y nación. Paradójicamente, la Vulgata fue escrita en un latín corriente de su época (y no en el latín culto de Marco Tulio Cicerón), por lo que se podía entender por la mayoría de lectores de su tiempo. Pero para la época de la Reforma, doce siglos más tarde, el común del pueblo no entendía el latín. Cada país dominado por los romanistas tenía su propia lengua, y lamentablemente no contaban con una Biblia que pudieran leer en su propio idioma. La iglesia católica prohibía la circulación de copias de las Escrituras (aún en latín) en los hogares y la traducción a cualquier lengua vulgar. El argumento de ellos era que “el vulgo podría confundirse y dar lugar a herejías” si leyera la Biblia por su cuenta. De esta manera, los errores del catolicismo no podían ser contrastados por la Palabra de verdad (Jn. 17.17); ni las personas podían ser libres del engaño al desconocer dicha verdad (Jn.8.32). Por eso, Casiodoro de Reina, en su “Amonestación al Cristiano Lector[iv] dijo:

“Y que al fin, ningún pretexto, por santo que parezca, puede excusar, que si Dios la dio para todos, no sea una tiranía execrable, que a los más la quiten; y falta de juicio es, (si pretenden de 4 buena intención), que la habilidad para poder gozar de ella, sea saber Latín solamente, como si solos lo que lo saben, por el mismo caso sean ya los más prudentes y píos; y los que no lo saben, los más expuestos a los peligros, que dicen, que temen. Si es la verdadera sabiduría, ¿Quién la ha de necesitar más que los más ignorantes? Si es Palabra de Dios, insigne injuria se hace a Dios, a ella, y a los buenos, que por el abuso de los malos se le quite su libertad de correr por las manos de los que podrían usar bien de ella, y sacar los frutos para los cuales Dios la dio.”

La prohibición por parte de la iglesia católica de traducir la Biblia en las lenguas de los pueblos, fue confirmado por el Concilio de Trento[v], en un intento de llevar una contra-reforma; pero para entonces la Biblia completa ya había sido traducida al alemán por Martín Lutero, y muchos reformadores seguían su ejemplo en toda Europa, traduciendo a diferentes lenguas.

La Biblia: luz que ilumina el error

Casiodoro de Reina también argumentaba, al principio de la introducción de su traducción, que el intento por apagar la luz de la Palabra no solo era de parte de los hombres impíos, sino que el mismo Satanás era el instigador de todo esto a través de la historia. Según la Biblia, él es el padre de mentira, el enemigo de la verdad (Jn. 8.44). Pero el Libro de Dios siempre triunfa, y con la luz del evangelio ilumina a las almas presas del pecado para sacarlas a libertad por medio de nuestro Salvador y Señor, Jesucristo.

El acceso a la Biblia dejó al descubierto, sobre todo, el engaño de la iglesia católica en cuanto a la venta de indulgencias como medio para alcanzar salvación. Expuso los errores del Papa, mostró los peligros de la idolatría y las imágenes, las supersticiones y todo un modelo de iglesia descentrado de Cristo y su Palabra. La sola scriptura puso en evidencia la corrupción de la tradición católica, que quería compartir la misma autoridad que la Biblia. En un paralelo con lo que ocurría con los fariseos del tiempo de Cristo, ellos invalidaban la Palabra de Dios con sus tradiciones (Mr. 7.13).

Nuestra única fuente de autoridad

El protestantismo plasmó en sus confesiones de fe históricas el lugar que ocupaba la Biblia como autoridad.

La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios).[vi]

2 Pedro 1:19,21; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:9; 1 Tesalonicenses. 2:13.

El principio de sola scriptura nos habla de una autoridad inherente en la Biblia que no depende del aval de ningún hombre o iglesia; reconoce a Dios como su mismo autor; por lo tanto, debe ser creída y obedecida. Es la única regla de fe y práctica para el creyente.

América Latina y la sola scriptura

Durante el siglo XX, América Latina fue evangelizada por muchos grupos cristianos y denominaciones. Pero a medida que se llegaba al final del siglo, hubo un alejamiento paulatino de la Biblia como única autoridad. Esta vez no era la tradición de la iglesia católica el problema, sino que dentro de los mismos evangélicos se levantaron movimientos de “nuevas profecías” que contaminaron diferentes iglesias y ministerios. Sumado a la profecías extra-bíblicas, se multiplicaron diferentes versiones de la Biblia donde no siempre eran fiel al texto de las lenguas originales, traduciendo muchas veces de manera muy libre al punto de parafrasear el texto bíblico. Muchos púlpitos se alejaron de exponer la Biblia, y los predicadores utilizaron las Escrituras para citarlas fuera de contexto, solo para imponer sus propias ideas.

Una nueva reforma es necesaria ante tanto relativismo. La estrategia de Satanás ha variado en su forma, pero no en sus objetivos. En el siglo XVI quería impedir la difusión de la Palabra (y no pudo). En el siglo XXI quiere diluir y relativizar la Palabra de Dios, pero sabemos que no podrá tampoco. Confiamos en la promesa de Cristo que “las puertas del infierno no prevalecerán contra Su iglesia” (Mt. 16.18).

No obstante, tenemos la responsabilidad personal y eclesial de guiarnos por la sola scriptura. Esta es la Palabra profética suficiente para la iglesia del Señor.

¡Que esta Palabra, como antorcha, pueda arder en nuestras vidas, hogares e iglesias!

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. 2 Pedro 1:19 

 


REFERENCIAS
[i] Protestante.
[ii] 1) Sola scriptura (“solo por medio de la Escritura”).  2)Sola fide (“Solo por la fe Dios salva”). 3) Sola gratia (“solo por la gracia”). 4) Solus Christus (“solo Cristo” o “solo a través de Cristo”). 5) Soli Deo gloria (“la gloria solo para Dios”).
[iii] Las indulgencias (del latín indulgentia: ‘bondad, benevolencia, gracia, remisión, favor’) concedida por determinados representantes de la Iglesia, eran documentos (otras veces solo una venia de palabra) que se podían comprar para que de esta forma salieran almas del “purgatorio” (por lo general parientes de quien pagaba). También al que pagaba se le prometía tener una entrada segura al cielo. Martín Lutero, defendiendo la salvación por gracia en Cristo, compuso sus 95 tesis como una denuncia contra la venta de indulgencias.
[iv] Introducción a la Biblia del Oso, 1569.
[v] El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563.
[vi] Confesión de fe de Westminster, capítulo 1, inciso 4.